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Inmigración & Solidaridad

  Inmigración & Solidaridad

Extractado de eldia.es

NUESTRO MUNDO se caracteriza por las enormes e injustas diferencias que existen entre las distintas sociedades. Mientras unos disfrutamos de una estabilidad económica que nos permite el acceso a aquellos bienes y servicios que precisamos, otros carecen por completo de los medios para obtener siquiera lo que resulta esencial. Las ventajas con que contamos los ciudadanos de unos países son precisamente las necesidades que demandan los residentes en otros.

Esa situación, que no es nueva y que, por tanto, se ha venido produciendo a lo largo de mucho tiempo, se agudiza en nuestros días por diferentes factores. Primeramente, el desarrollo de la tecnología conlleva la aparición de una serie de elementos que facilitan la existencia en todos los planos, desde los transportes hasta la asistencia sanitaria o la salubridad pública, pasando por multitud de aspectos de la vida cotidiana que permiten generalizar un grado de comodidad como nunca se había alcanzado.

A ello se añade un sensible incremento de la población, precisamente en aquellas áreas de nuestro planeta en las que las demandas son más acusadas. Este hecho provoca, en muchos casos, una saturación social que empuja a los ciudadanos hacia aquellos lugares en los que saben a ciencia cierta que las condiciones de vida son mucho más adecuadas. Y esto es algo que resulta razonable en esas circunstancias; a nadie se puede reprochar que intente hallar una vía para mejorar, para adquirir un nuevo arraigo y asegurar un futuro para sí y para sus descendientes.

No obstante, en la medida en que ese deseo es compartido por millones de personas, un flujo migratorio excesivo, sin control de los plazos y de los desplazamientos, provoca serios contratiempos en la sociedad de destino. Nadie duda del derecho de estos inmigrantes, en su gran mayoría procedentes de diversos países, a intentar acceder a ese mundo que tienen vedado en sus lugares de origen, pero la fórmula no puede ser ésa, porque se produce un trastorno de la estabilidad social que en un momento dado puede derivar hacia actitudes ciertamente no deseadas.

Esta semana hemos celebrado en Adeje una conferencia internacional sobre el papel de las regiones y las ciudades en la gestión de los flujos migratorios. Sin duda, ha sido una oportunidad destacable porque al encuentro han acudido representantes de la Unión Europea y de diversos países de África, quienes han analizado la situación desde la perspectiva general y desde la de los territorios que se ven más directamente afectados por este fenómeno para estudiar las iniciativas que cabría adoptar en ese sentido. La solución, sin duda, pasa por abordar el problema en su raíz, allí donde se encuentra su origen. Por ese motivo, ya en su momento, los senadores canarios suscribimos una moción conjunta destinada a analizar la evolución de los flujos migratorios y a emprender acciones encaminadas al desarrollo económico del continente africano para crear expectativas y evitar que sus ciudadanos se vean obligados a buscar otros horizontes.

Por su parte, el Cabildo de Tenerife también ha planteado iniciativas reales encaminadas a aportar soluciones. En ese ámbito figura la propuesta de crear en la Isla un centro de tecnología adaptada para la cooperación, para el diseño e instalación de sistemas energéticos que contribuyan a la mejora de la calidad de vida en los países africanos. Ahí sería primordial la presencia del Instituto Tecnológico de Energías Renovables, que trabajaría con elementos sencillos que no requieren una alta cualificación pero sí son capaces de proporcionar métodos de conservación de alimentos, bombeo de acuíferos, desalinización, acuicultura, reutilización de restos de cultivos, etc.

Además, también la Corporación insular tinerfeña es la principal impulsora de la próxima puesta en marcha del Punto de Acceso Neutro a Internet para Canarias y África Occidental (NAPWACI), un proyecto tecnológico de primera fila dirigido a contribuir al desarrollo de los países de nuestro entorno. Este programa es precisamente una muestra del interés de las Islas por favorecer a unos pueblos, a unas personas que requieren toda la ayuda que se les pueda hacer llegar. No debemos olvidar que somos la puerta Sur de Europa, que nos hallamos a sólo un centenar de kilómetros de la costa africana y que, por tanto, el Archipiélago puede ejercer como puente para canalizar la ayuda.

La inmigración resulta saludable para las sociedades desarrolladas, que precisan la llegada de nuevas corrientes de personas con el empuje y la decisión necesarias para contribuir al avance y al bienestar del conjunto. Sin embargo, ese nuevo impulso resulta perjudicial cuando se convierte en llegada masiva, casi en avalancha. Es preciso ejercer un control, sobre todo en lugares como Canarias, que pueden llegar a ver afectados seriamente servicios como los sociales y los sanitarios, porque no es posible absorber una cifra excesiva de personas que, además, no disponen de medios de subsistencia y precisan ayuda en todos los campos.

Entre todos debemos buscar las soluciones. Es un problema común y, consecuentemente, la respuesta ha de ser adoptada en conjunto.







Última Actualización: Noviembre de 2007


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