Reuters informó hoy que Corren tiempos difíciles para el Congreso de Estados Unidos, dominado por los demócratas, en los que las batallas partidarias no han llevado a ningún progreso sobre grandes temas y han hecho a los legisladores menos populares que el presidente George W. Bush.
El Congreso inicia la segunda mitad del 2007 con una tasa de aprobación anémica de aproximadamente un 25 por ciento, menos que el 43 por ciento que tenía en enero, mientras que una encuesta de Gallup les dio los legisladores un apoyo de 14 por ciento.
Los expertos atribuyen los lamentables niveles a su incapacidad por forzar un cambio en el rumbo de la guerra en Irak, prioridad sobre la que los demócratas basaron su campaña para ganar el poder en las elecciones de noviembre pasado, tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado.
Pero eso no es todo. Ha habido poco que mostrar en otras materias, incluyendo un cambio en la seguridad social y otros programas de beneficios que en los próximos años se quedarán sin dinero, sumado a una reforma en el sistema de salud que dejó a millones sin protección y una política de inmigración desecha.
"Creo que los estadounidenses esperaban mucho del nuevo Congreso y el Congreso siempre tuvo una pobre reputación. Pero el Congreso realmente no cumplió lo que prometió, especialmente respecto de Irak," dijo Paul Light, un experto sobre el tema que es profesor en la Universidad de Nueva York.
Los demócratas insisten en que han logrado progresos en varios temas, como incrementar el salario mínimo por hora y obtener dinero para las víctimas del huracán Katrina del 2005.
También culpan a la minoría republicana por el fracaso en otras materias, como inmigración, mayor independencia energética y una negociación sobre medicamentos con menores precios para el sistema de salud Medicare.
"Realmente, no es mucho para las encuestas," afirmó el líder de la mayoría del Senado, Harry Reid. "Continuaremos haciendo lo que pensamos es lo correcto para la población estadounidense, a pesar de la Casa Blanca y los republicanos que están paralizando cada paso del camino."
Los demócratas trazaron una línea sobre Irak en la primavera boreal, al usar un proyecto de gastos de guerra por 100.000 millones de dólares para intentar forzar a Bush a aceptar una fecha de retirada de tropas. El esfuerzo falló miserablemente y Bush finalmente obtuvo lo que quería, sin ataduras. La Casa Blanca vio el debate como algo que le quitó tiempo al trabajo sobre otras prioridades.