12 millones de inmigrantes hoy estan cada vez más lejos de sus sueños además sumando un ambiente de frustración, decepción y enfado por el rechazo de la ley de reforma migratoria este jueves en EUA.
La reforma habría permitido la regularización de todos ellos, entre los cuales unos diez millones proceden de Latinoamérica. Después de la decisión del Senado y dado que la precampaña electoral hacia las elecciones de 2008 impedirá que una ley similar se apruebe al menos hasta 2009, los indocumentados se quedan "en el limbo", como escribió hoy "The Miami Herald".
"Realmente no tenemos ningún lugar al que ir", se lamenta hoy en el mismo rotativo Ignacio Caravantes, un inmigrante mexicano que trabaja en Florida como jardinero. "Tenemos nuestra vida construida acá. Mis hijos crecieron acá, y no conocen México en absoluto". Jean, un mecánico de origen haitiano, aseguró al diario no entender la decisión, porque "Estados Unidos es el gran perdedor".
"Ha sido un fracaso para toda la nación. Era muy evidente la actitud cínica y sinvergüenza con la que se manejaron, una posición hipócrita que sigue encaminando los pasos de esta nación hacia un régimen de apartheid", aseguró a "La Opinión" de Los Angeles el sacerdote Luis µngel Nieto.
Las asociaciones de inmigrantes también expresaron su insatisfacción. "No hay manera de azucararlo. Los trabajadores inmigrantes hambrientos por regularizarse y los estadounidenses que esperan de sus líderes soluciones sufrieron un revés significativo", afirmó Frank Sharry, del Foro Nacional para la Inmigración.
"Han enviado un mensaje inequívoco: no son bienvenidos en nuestra gran carpa. No se nos va a olvidar", sentenció Eliseo Medina, vicepresidente de la Unión Internacional de Empleados de Servicio (SEIU).
Angélica Salas, directora de la Coalición de Los Angeles para los Derechos de los Inmigrantes (CHIRLA), apuntó a la debilidad de los senadores. "Nuestros líderes electos, gente que se supone actúa en favor de los estadounidenses, fueron intimidados por un pequeño contingente de antiinmigrantes que sólo se dedican al odio".
Entre los análisis sobre el golpe recibido por el presidente George W. Bush, que veía en la reforma migratoria el gran legado en política interna de su segundo mandato, la prensa también criticó la muerte del proyecto de ley.
"Todavía hay 12 millones de personas, el 5 por ciento del poder laboral del país, que no puede ser ignorado, perseguido, acosado o deportado. En algún momento el Congreso entrará en razón, templará sus nervios y reconocerá esta irrefutable realidad", escribe "The Washington Post". "Desilusión y repudio" fue la descripción de "La Opinión".
Pese a todo, la mayoría de los estadounidenses era contraria a la ley. Numerosos senadores aseguraron después haber sido "inundados" por llamadas telefónicas de sus electores pidiéndoles que votasen en contra del texto. Una encuesta en la versión en Internet de "Los Angeles Times" arroja un resultado irrefutable: 70,2 por ciento de los votantes está de acuerdo con el veredicto del Senado.
Entre la comunidad de inmigrantes hay también una minoría de satisfechos con la decisión, aunque por el motivo contrario al que el resto del país: para ellos la ley estaba marcada por unas condiciones republicanas demasiado restrictivas, como el pago de multas e impuestos atrasados para acceder a la visa.
"The Miami Herald" cita a Verónica Ruiz, una colombiana de 31 años con una orden de deportación. "(La ley) tenía demasiadas restricciones y condiciones y tasas y multas. Habría ayudado a algunos, pero no a todos".