El Senado de Estados Unidos está a punto de reiniciar el debate sobre la reforma migratoria. La primera prueba de este nuevo intento por revivir la frágil iniciativa de reforma que fracasó espectacularmente hace dos semanas, podría darse este viernes, cuando el Senado decida sobre una moción para reabrir el debate, cuya aprobación necesita un mínimo de 60 votos. Pero aun así , está por verse si la propuesta logra sobrevivir los intentos por modificarla con más de veinte enmiendas que deben ser sometidas a votación antes del receso del 4 de Julio. Cabe mencionar que aún sin iniciarse el debate, la propuesta ya está siendo objeto de críticas y protestas de políticos y grupos a favor y en contra de la inmigración.
En abierto desafío a la menguada autoridad del Presidente George W. Bush, para quien la aprobación de la reforma representaría una gran victoria política, la ultra derecha del Partido Republicano ha prometido hacer abortar el proyecto. Prestando oídos sordos a los cansados argumentos de Bush, cuya impopularidad ha tocado niveles Nixonianos, la derecha y sus poderosos aliados en los medios masivos de comunicación, insisten en calificar de "amnistía" la posibilidad de legalizar a 12 millones de inmigrantes.
Uno de los aspectos que más oposición genera en el movimiento anti-inmigrante, es la posibilidad de que millones de inmigrantes puedan solicitar residencia permanente, después de ocho años de esperas, salidas obligatorias de Estados Unidos, el pago de miles de dólares en multas y muchas otras condiciones.
Los que Apoyan la Reforma
La incitativa nació de un frágil acuerdo entre una docena de Senadores demócratas y republicanos que durante meses se reunieron en secreto con la Casa Blanca. Pero, desde le primer día, fue criticada por la derecha y la izquierda, inmigrantes y empleadores, precandidatos presidenciales y legisladores de ambos partidos. Básicamente no satisface a nadie, siendo una de las excepciones el presidente Bush, personaje trágico que en el ocaso de su carrera política exagera cualquier suceso que pueda vender como logro, dentro del mar de fracasos en el que naufraga su mandato.
La Posición de los Grupos Pro-inmigrantes
Los inmigrantes, y los grupos que los apoyan, así como las organizaciones hispanas, están divididos. Se encuentran ante el dilema de si apoyan o no una serie de medidas adversas a sus intereses que se ofrecen como concesiones a cambio de avanzar hacia la posibilidad de reforma este año. Sienten que el tiempo está en su contra, pues saben que si no sale en este mes, más tarde el tema se politizará todavía más en medio de las campañas electorales.
Mientras que hay consenso sobre la necesidad de una reforma migratoria, hay desacuerdo sobre el proyecto de ley bajo discusión entre grupos latinos, de defensa de los inmigrantes, sindicalistas y religiosos. Agrupaciones como la influyente organización latina LULAC, la central obrera AFL-CIO, la Red Nacional de Derechos de Inmigrantes y Refugiados, la Red Nacional de Jornaleros, el Instituto William Velásquez, y la propia Iglesia Católica, siguen renuentes.
Posibilidades de ser Aprobada
La posibilidades de ser aprobada, en caso de llegar al senado son tan inciertas como remotas. Después de que el proyecto de ley fracasó, bajo la presión de la Casa Blanca, agrupaciones empresariales y organizaciones pro inmigrantes, el liderazgo del Senado decidió tratar de resucitarlo. Pero las concesiones para resucitarlo --incluida la consideración de una enmienda para asignar de inmediato 4 mil 400 millones de dólares mas para prácticamente cerrar la frontera con México-- están empeorando un proyecto de ley de por sí deficiente. En ese sentido, es probable que vuelva a fracasar. Envalentonada por el éxito que tuvieron en derrotarlo, el movimiento anti-inmigrante no permitirá resucitarlo. En todo caso, el proyecto de ley es tan defectuoso que muchos inmigrantes están deseosos de celebrar sus funerales.