Por: Carlos Miguélez
Madrid (España)
El gasto sanitario de cada inmigrante es una cuarta parte que el de los españoles, asegura el doctor Rogelio López-Vélez, especialista en enfermedades tropicales del Hospital Ramón y Cajal de Madrid. A pesar de que cada vez hay más voces en España que acusan a los inmigrantes de no pagar impuestos y de generar excesivos gastos médicos para la Sanidad Pública, el trabajo y los impuestos de los inmigrantes cubren de sobra esos gastos.
Los inmigrantes pagan impuestos porque el sistema fiscal ha incrementado los impuestos indirectos que provienen del consumo diario. No pagan impuestos directos y no declaran a hacienda cuando están en situación irregular y trabajan en la economía sumergida, el verdadero efecto llamada para la inmigración.
Un puesto de trabajo ocupado por un peruano, un boliviano, un rumano o un búlgaro ya no podrá ser ocupado por un español. Pero en realidad hay trabajos que no quieren ocupar los ciudadanos españoles porque no ofrecen contratos indefinidos, son duros y mal pagados. Se trata de trabajos en la hostelería, la agricultura, las comunicaciones, la construcción, los servicios y el turismo que configuran una la economía sumergida que los atrae.
En España, las encuestas indican que el fenómeno de la inmigración ha suplantado al terrorismo, al paro y al precio de la vivienda como tema más preocupante para los ciudadanos. Las imágenes impactantes de cayucos que llegan cada semana a las costas españolas han acaparado toda la atención y se suman al endurecimiento del ¿discurso gubernamental? para provocar una reacción de rechazo entre los ciudadanos.
Según Diego López Garrido, portavoz del Partido Socialista, los españoles no están en contra de la inmigración, que es positiva para la economía y para la sociedad, sino que les preocupa la inmigración irregular porque la integración ofrece problemas. Asegura que la inmigración legal supone un enorme beneficio para España porque es causante del enorme crecimiento económico. Esta bonanza económica es verdadera, pero que su causa sea la legalidad es falso porque los inmigrantes contribuyen desde que llegan al país. Sin embargo, obtienen la regularización mucho tiempo después, cuando reciben un permiso de trabajo, demuestran que llevan cinco años o más viviendo en España o con motivo de una reagrupación familiar. Además, la integración que preocupa a los ciudadanos depende de muchas más cosas que de un papel.
Según el Informe semestral sobre la economía española y el contexto internacional, elaborado por Caixa Catalunya, el crecimiento económico de España entre 1995 y 2005 habría sido ‘modesto’ en comparación con el 2,6% anual que alcanzó sin el aumento que tuvo en la inmigración. La economía sumergida de la que son partícipes supone un 25% del PIB, según algunos expertos.
Los inmigrantes no generan un mayor gasto sanitario porque, en su mayoría, vienen con edades de entre 25 y 45 años y suelen gozar de buena salud. Son la clave que sostiene y que sostendrá el sistema de pensiones y servicios sociales para los ancianos en España, donde el número de personas con más de 80 años alcanza los 2 millones de personas. Se prevé que, para 2021, serán 3 millones. Al mismo ritmo han crecido las necesidades de recursos de atención y de servicios para estas personas. Las personas más implicadas en la creación de la Ley de Dependencia, que asegurará unos servicios sociales básicos para todos los mayores en España, defienden la inmigración como salvaguarda del sistema. En palabras de Pablo Cobo, subdirector de planificación del Instituto de Mayores y Servicios Sociales (IMSERSO): “Tenemos inmigrantes jóvenes, robustos y fuertes que hacen posible este sueño. Sin ellos, la seguridad social no resistiría. Han aumentado los puestos de trabajo y han crecido las pensiones no contributivas.
Conviene que los medios de comunicación saquen más fotos de inmigrantes que acompañan a las personas mayores a dar un paseo para suplantar las de los cayucos que proyectan una imagen que impide ver lo mucho que valen y no cuestan quienes vienen de fuera.
Por: Carlos Miguélez