Por: Jimena Freytes
¿De qué escapa un refugiado? ¿Qué realidad quiere dejar atrás? ¿Por qué prefiere ser inmigrante antes que vivir en su propio país? La respuesta de Laia Serrano, directora de la Fundación BarcelonActua, fue contundente y estremecedora: “prefieren un futuro incierto en un país desconocido, que un “no futuro” en sus países. ” Son personas perseguidas, que reciben amenazas de muerte para ellas y sus familias y que sencillamente ni siquiera tienen qué comer.
En este marco y desde 2011 la Fundación BarcelonActua ayuda a más de 1000 personas por año que se encuentran en situación de vulnerabilidad. Entiéndase por “vulnerabilidad”, condiciones de vida marcadas por la exclusión, la discriminación, la falta de oportunidades y la invisibilidad ante las autoridades gubernamentales.
Desde sus comienzos, esta fundación se convirtió en el punto de encuentro de dos realidades que tienen necesidades muy diferentes entre sí y que se atraen como polos opuestos. Por un lado, la urgencia de atención que padecen cientos de personas que llegan a Barcelona en busca de ayuda y contención. Por el otro, la necesidad que tienen otras tantas personas de ayudar de manera genuina y desinteresada, de brindar su tiempo y sus recursos en pos de un otro desconocido que llega devastado en busca de cualquier gesto que le devuelva su condición de ser humano.
El campo de acción de la ONG es bastante amplio, ya que asisten grupos de todas las edades, mujeres que sufren desigualdad de género, personas sin hogar y refugiados e inmigrantes, siendo este último el más complejo y demandante.
Laia Serrano confirma que el 50% de los alumnos inmigrantes que recibe la ONG provienen de países de África Subsahariana como Mali, Guinea Conakry, Costa de Marfil, Senegal, Ghana, Nigeria y Gambia. Un 40%, de Marruecos y Argelia y el resto de Siria, Palestina, Pakistán, Afganistán, Georgia, Egipto y Ucrania. Una mixtura de idiomas y culturas que plantea todo un desafío a los voluntarios de la Fundación BarcelonActua.
Proyecto Landing Barcelona, una invitación a la inclusión
Es un proyecto que busca la integración social de inmigrantes y refugiados que llegan a Barcelona. A través de actividades educativas y lúdicas, primero aprenden el idioma para luego expandir su red social e integrarse de a poco a una nueva ciudad y su cultura. Además, brindan ayuda especial a los afortunados que lograron recibir un permiso de trabajo para que puedan desempeñar sus tareas de la mejor manera.
Durante el 2019, 148 alumnos pasaron por la Fundación BarcelonActua y tomaron clases de español, de informática, de teatro y han participado de actividades deportivas y talleres especiales. En compañía de un voluntario referente se sumergen en el ritmo de las calles de Barcelona y hasta participan ellos mismos como voluntarios de otros proyectos de la Fundación.
Lamentablemente, las autoridades no solo no colaboran, sino que dificultan la tarea de la ONG y provocan un retroceso en los logros de los refugiados al reubicarlos en otro programa fuera de la ciudad. Por otro lado, muchos de los alumnos deben abandonar las clases y algunos voluntarios dejar sus actividades en la Fundación por no tener cobertura de transporte público. Genera mucha bronca e impotencia que la administración pública no disponga de un plan para favorecer la integración de estas personas.
Con respecto a las mujeres refugiadas, representan solo el 5% del total de inmigrantes que recibe la Fundación. Su proceso de integración es aún más difícil porque la mayoría de ellas están con sus hijos y se les dificulta mucho más el aprendizaje del idioma con su bebé en brazos. Además, provienen de países en donde ellas no tienen voz ni voto, por lo que también se busca, desde la Fundación BarcelonActua, incorporarlas al programa “Mujeres del Mundo” para que desarrollen su autoestima y logren su empoderamiento.
Omar, “un joven de mirada tierna e inocente” que se quedará en la calle
Laia Serrano y su equipo del Ámbito Refugio! se ven a diario invadidos por una serie de emociones que van desde una profunda tristeza, pasando por una bronca impotente, hasta llegar a una sutil, pero persistente alegría que les da las fuerzas para seguir adelante a pesar de ser testigos de tanta injusticia.
¿Quién es Omar? Un joven que en unos días cumplirá 18 años y se quedará en la calle, sin que nadie pueda evitarlo. Es un muchacho al que vienen ayudando desde hace tiempo, un alumno ejemplar que no se ha perdido ni una sola clase. “Un chico cuya mirada te transmite ternura, delicadeza y sensibilidad”, en palabras de la misma Laia.
La burocracia puede tomar meses en dar alojamiento y contención a Omar. Mientras tanto, lo espera la calle, con todo lo que eso significa para una persona que de a poco empezaba a entender que sí existe otra vida y que podía ser mejor.
Que nunca se pierda la esperanza
Nos queda la esperanza de saber que existen miles de voluntarios que ayudan a los refugiados a no bajar los brazos y les hacen saber que no están solos, que existe una salida. El aporte económico de personas comunes como tú y yo que, con lo poco que podamos colaborar, formamos parte de una red solidaria inmensa que busca ayudar para que no existan más Omares en el mundo.
Como dice Laia, “Omares hay decenas cada día en la ciudad de Barcelona. Y cuando llegan a nuestra sede, yo me entristezco, luego me enfado, y luego me vuelco de nuevo en el trabajo, intentando seguir poniendo mi granito de arena para hacer una ciudad mejor.”
No es una utopía, pero sí un fuerte deseo que cientos de miles de granitos de arena se junten para ayudar a quienes más nos necesitan.