A los pocos días de los atentados del 11 de septiembre, personas de todo el mundo ofrecieron ayuda a los hijos de sus víctimas. Ahora, gracias a esa generosidad, esos niños han crecido y siguen estudios superiores y trayectorias profesionales exitosas.
El Fondo de Becas Familias de Libertad cubre la matrícula universitaria para los dependientes económicamente necesitados de aquellos que murieron o quedaron discapacitados permanentemente durante los atentados o después de ellos. Gobiernos, corporaciones, fundaciones e individuos han donado al fondo, el cual es administrado por un grupo sin fines de lucro con sede en Minnesota llamado Scholarship America.
Hasta la fecha, el Fondo de Becas Familias de Libertad ha distribuido 152,4 millones de dólares a 3.500 estudiantes. El fondo funcionará hasta el año 2030, cuando el último de los niños del “11 de Septiembre” haya terminado la universidad. Aquí dos ejemplos
Joe Palombo
Joe Palombo, de 29 años, es uno de los beneficiarios. Su padre era un bombero de la ciudad de Nueva York que corrió a los escombros de las Torres Gemelas el 11 de septiembre para salvar a otros. Su valor le hizo perder su propia vida.
Palombo tenía 12 años cuando su padre murió. Era el tercero de 10 niños, con edades comprendidas entre los 11 meses y los 15 años. Durante un tiempo, tuvo dificultades académicas después de perder a su padre, comentó. Pero hoy es un egresado de 2013 de la Universidad Pace de Nueva York, con una maestría en administración de empresas, y trabaja como contador en una firma de análisis de Nueva Jersey.
Palombo dice que el apoyo de su familia ha sido “una parte integral” de su éxito, pero indicó que la beca le ayudó a construir sobre los cimientos que su familia le proporcionó. Los donantes “estaban invirtiendo en mí, así que sentía que era mi deber hacerlo bien en la escuela”, dice.
La beca le permitió concentrarse en lo académico, en lugar de tomar un trabajo durante la universidad. “Y me gradué sin deudas estudiantiles”, dice.
Cuando era estudiante universitario Palombo pasó dos semanas en China para aprender sobre la cultura empresarial china; una experiencia valiosa en la preparación de una carrera que típicamente implica viajes internacionales. Fue contratado poco después de completar su maestría y ha viajado a Argentina, donde su firma tiene clientes y es capaz de poner en práctica su dominio del español.
Margaret Atwood
Margaret Atwood, de 18 años, también es hija de un bombero de la ciudad de Nueva York que sacrificó su vida el 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas.
Apenas era una niña pequeña en ese momento. Hoy, gracias al mismo fondo que ayudó a Palombo, se está adaptando a la vida universitaria en la Universidad de Notre Dame, cerca de South Bend (Indiana).
Atwood está estudiando para obtener un título en ingeniería civil. El heroísmo de su padre la inspira a encontrar maneras de ayudar a la gente, de marcar una diferencia en el mundo. Y la ingeniería, dice, “puede ser un pequeño paso hacia un gran cambio”. Espera seguir una carrera en la que diseñe infraestructura para el suministro de agua e instalaciones de saneamiento.
Aunque el ejemplo de su padre la ayudó a formular sus metas, la beca “me inspiró a alcanzarlas y me permitió financieramente esforzarme más”, dice.
Monumentos En Homenaje A las Victimas
Ademas de la ayuda a las victimas vale la pena destacar los diferentes monumentos que se crearon en todo el mundo para rendir homenaje a las víctimas del “11 de Septiembre”. Tres en Estados Unidos, construidos en los lugares donde tuvo lugar cada atentado, son recordatorios especialmente conmovedores de las vidas perdidas ese día.
El monumento en memoria del “11 de Septiembre” en la ciudad de Nueva York cuenta con estanques reflectantes gemelos donde una vez estuvieron ubicadas las Torres Gemelas. En los bordes de los estanques hay paneles de bronce en los que están grabados los nombres de los 2.977 que perecieron. Un peral, que sufrió graves daños el 11 de septiembre, pero que ha recuperado la salud, se encuentra en el terreno como símbolo viviente de la resiliencia, la supervivencia y el renacimiento.
En una zona rural de Pensilvania, donde el vuelo 93 de American Airlines se estrelló después de que los pasajeros y la tripulación malograran el ataque planeado de los secuestradores contra el Capitolio de Estados Unidos, un muro de nombres conmemora a los 40 que perdieron la vida. Una roca marca el lugar del impacto.
En Virginia, el Monumento Conmemorativo del Pentágono mira hacia la pared exterior donde el vuelo 77 de American Airlines impactó la sede militar, dando muerte a 184 personas. Bancas con el nombre de cada víctima están colocados sobre un estanque iluminado de agua que fluye, transformando el lugar en un espacio contemplativo de recuerdo y homenaje.